Cañones o mantequilla

El dilema entre fabricar cañones o mantequilla es el famoso ejemplo que utilizó Paul A. Samuelson para explicar, de manera simplificada, la curva de posibilidades de producción que tiene cualquier sociedad para elegir qué combinación de bienes y servicios conviene producir para satisfacer la demanda. El Nobel de Economía aclaró en el manual que escribió para sus alumnos que ese dilema no siempre opera, pues cuando existen recursos ociosos «podremos obtener a la vez más mantequilla y más cañones». E inmediatamente destacó que este fue el caso de los Estados Unidos, que «a partir de 1940 fueron capaces de convertirse en el arsenal de la democracia, disfrutando al mismo tiempo de un nivel de vida más alto que en ninguna época anterior». Samuelson aclaró también que no ocurrió lo mismo en la Alemania nazi, donde casi todos los recursos ociosos se emplearon en el rearme. No en vano, por aquellos años, Hermann Göring había declarado que «los cañones nos harán más fuertes; la mantequilla sólo nos hará más gordos».

Cañones o mantequilla es la disyuntiva que han planteado las ministras de Podemos para oponerse al compromiso del gobierno español con la OTAN con respecto al gasto militar. Lo han hecho como si el Estado solo pudiera dedicar todo su presupuesto a la defensa y al gasto social, de manera que un aumento de aquella necesariamente comportara una disminución de éste, ignorando así que existen otras muchas funciones a las que atiende el gasto público. Y olvidando también que en España tenemos muchos recursos ociosos –ahí están los casi tres millones de parados– que, si se pusieran en acción, permitirían producir más cañones y más mantequilla, como señaló Samuelson. Para ello, sería necesario movilizar la inversión pública a fin de acumular más capital infraestructural y social, pues no conviene desconocer que el actual valor de ese gasto está en un nivel bajísimo, similar al que existía en las postrimerías del franquismo. Pero a Podemos –y en esto también a Sánchez– les pueden la demagogia y el descuido. A unas porque identifican el progresismo con el reparto y al otro porque ahora lo hace con la capacidad bélica. Entretanto una crisis está llamando a la puerta y tenemos la casa sin barrer.

Artículo de Mikel Buesa publicado en La Razón

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