Elogio de la ilusión

Ha habido momentos en España de ilusión colectiva mayoritaria como fue la llegada de la Segunda República en 1931, la aprobación de la Constitución de 1978 y el periodo de la Transición asociado a ella. La ilusión colectiva mayoritaria llegó a su zenit en el clima general y los eventos de 1992.

Pero ¿porqué se desinfló todo? Quizás porque no se habían creado unas bases sólidas de esa ilusión colectiva…

Volvió a sentirse un espejismo de ilusión colectiva con el boom del ladrillo de principios de siglo y, tras el fiasco de la participación española en la horrorosa guerra de Iraq y la profunda división social que produjo, continuó el espejismo en los años siguientes, en que se mantuvo la burbuja inmobiliaria, hasta su estallido en 2008 y la entrada en la profunda crisis social y económica de la que aún no hemos salido, ahora agravada por la pandemia del covid 19.

Y desde la depresión en que cayó el país tras los fastos del 92, se han ido agudizando las tensiones separatistas siguiendo la pauta del siglo XIX en que la debilidad del Estado propició todo tipo de pulsiones disgregadoras en España y en Hispanoamérica.

Las tensiones separatistas alcanzaron su climax en 2017, con la grosera, triste y teatral declaración unilateral de independencia de Cataluña, y lamentablemente se mantienen con toda intensidad en las dos Comunidades clásicas, habiéndose extendido ya claramente, aunque con diferente intensidad y gravedad, a otras cuatro Comunidades Autónomas.

Pero esto ¿porqué se produce? Obviamente la respuesta es muy compleja e influyen muchos factores, pero muy posiblemente uno de los más importantes sea el que no exista una ilusión colectiva mayoritaria generada por una realidad actual y un proyecto de país suficientemente satisfactorio y atractivo.

Cada una de las tribus políticas está muy ilusionada con su proyecto, que, sin embargo, no solo resulta excluyente para las otras tribus sino que son proyectos y actitudes beligerantes entre ellas.

Y en este contexto, en que los separatistas de diverso cuño van reforzándose ante la debilidad del Estado y la confrontación entre los partidos que pretenden dirigirlo, los ciudadanos de esas Comunidades donde gobiernan los separatistas, que se sienten españoles y quieren seguir compartiendo sus vidas con el resto de sus compatriotas españoles, se encuentran abandonados por el Estado y su desmoralización les llevará inevitablemente a la inacción, dejándose absorber lenta y paulatinamente por unos gobiernos secesionistas que, aunque resulten insolidarios, racistas y anacrónicos, son capaces de generar una ilusión en sus seguidores que, aunque perversa, se va extendiendo irremediablemente y seguirá haciéndolo mientras los secesionistas conserven el poder en sus Comunidades, sin tener prácticamente ningún freno por parte del Estado.

El Estado tiene que darse cuenta de lo importante que es dejar en segundo plano las disputas de poder entre los partidos que pretenden ejercerlo y ser capaz de estimular una ilusión colectiva mayoritaria, proponiendo un atractivo proyecto compartido de país que pueda ser un referente ilusionante para todos los españoles y muy particularmente para los ciudadanos de las Comunidades secesionistas que se sienten y quieren seguir siendo españoles, estimulándoles a mantener su posición y actitud, y a los que el Estado debe dar toda la protección necesaria, interviniendo, llegado el caso, los gobiernos de esas Comunidades, para asegurar el cumplimiento de la Ley en las mismas.

Artículo de Miguel Ángel Derqui. 

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