Y en este contexto, en que los separatistas de diverso cuño van reforzándose ante la debilidad del Estado y la confrontación entre los partidos que pretenden dirigirlo, los ciudadanos de esas Comunidades donde gobiernan los separatistas, que se sienten españoles y quieren seguir compartiendo sus vidas con el resto de sus compatriotas españoles, se encuentran abandonados por el Estado y su desmoralización les llevará inevitablemente a la inacción, dejándose absorber lenta y paulatinamente por unos gobiernos secesionistas que, aunque resulten insolidarios, racistas y anacrónicos, son capaces de generar una ilusión en sus seguidores que, aunque perversa, se va extendiendo irremediablemente y seguirá haciéndolo mientras los secesionistas conserven el poder en sus Comunidades, sin tener prácticamente ningún freno por parte del Estado.