Matemáticas: insuficiente

Una vez más un documento internacional ha colocado en la primera plana de la información sobre España el bajo nivel que tienen nuestros alumnos en matemáticas. Esta vez ha sido el «Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias» (TIMSS) que elabora la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo y que se refiere a los estudiantes de cuarto curso de Primaria. Sus resultados se sitúan en línea con los que difunde la OCDE en su «Informe PISA» y señalan que el rendimiento del sistema educativo es, en esta y otras materias, claramente inferior al promedio de los países evaluados, mostrando así la insuficiencia de los conocimientos adquiridos por los escolares. En España, en términos comparativos, hay pocos niños y adolescentes a los que les gusten las matemáticas y, además, son menos aún los que confían en sí mismos para manejarse en la aritmética y la geometría. Y esto hace que la elite matemática del país —la que tira de las puntuaciones hacia arriba— sea demasiado estrecha. Además, el profesorado no acompaña, principalmente porque una mayoría de maestros son de Letras y carecen de los conocimientos necesarios para enseñar esas materias, así como del interés en ellas, lo que conduce a que no sean capaces de imbuir en sus discípulos el entusiasmo que siempre hay detrás de todo aprendizaje sólido.

La mediocridad es, en definitiva, el signo distintivo del sistema educativo español cuando de lo que se trata es de evaluar sus resultados. Esa medianía se ha extendido también sobre las universidades —en las que se premia la investigación y se menosprecia la docencia—, tal como muestran los trabajos de la OCDE acerca de las competencias adquiridas por la población con estudios terciarios. Ello apunta a una debilidad intrínseca en el capital humano existente en el país, pues no sólo la población activa ha cursado menos años de escolaridad que la de otras naciones avanzadas, sino que lo ha hecho con un peor rendimiento. Por lo que parece al gobierno estos asuntos le preocupan poco, como la Ley Celaá y la reforma universitaria en ciernes evidencian con nitidez.

Artículo original en: younews.larazon.es

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