El separatismo ahora exige una cuota en Netflix y el resto de plataformas para producciones en lengua catalana. Y cuando la consigan pedirán a los pocos días que se ha de duplicar. Y luego triplicar. Si por ellos fuera, no dejarían ver ni una película, ni un documental, en español. De hecho, una de las peticiones de una notable porción del separatismo durante la fase álgida del procés era tomar el control de la TDT para que en el territorio catalán no se pudiera ver las televisiones de ámbito nacional. El independentismo es insaciable, ha convertido los sindicatos en herramientas a su servicio, ha pasado a controlar buena parte de los colegios profesionales para lanzar sus consignas, domina los organismos de regulación de la profesión periodística para proteger a sus medios y atacar a la prensa discrepante y se ha apoderado de buena parte de las entidades cívicas para acallarlas y que nunca sean un problema para conseguir sus fines.