América Latina es, en este momento, el escenario de la confrontación entre el liberalismo y el iliberalismo, donde en función de cada país las fuerzas de uno y otro signo están situadas o dentro o fuera del Gobierno. En sociedades con importantes desigualdades de renta, de riqueza o de consumo, una situación de deterioro permanente de sus condiciones de vida -entre ellas, el ejercicio de la libertad personal, de reunión o política- sienta las bases de revueltas sociales que, aunque se pudieran reprimir de manera transitoria, vuelven a surgir con el tiempo. A ello se añade la brutal represión de los cuerpos de seguridad del Estado para evitar que se prolonguen estas protestas, convirtiéndose en un elemento adicional de protesta permanente.