El catalán, como pasa con todas las lenguas de ámbito limitado, no tiene ningún valor como medio de comunicación nacional o internacional y sus hablantes nativos tienen que ser competentes en una segunda lengua de cara al intercambio social, comercial y cultural dentro de la sociedad en la que viven. En el caso del catalán y de todas las lenguas regionales españolas, ese segundo idioma es el castellano o español. Y, como afirma Rafael del Moral, «una vez que una lengua pierde sus hablantes monolingües ya no hay marcha atrás. Ninguna los recupera, y tampoco rectifica su curso natural». Ese curso natural puede ser la extinción en algunas ocasiones, como ha pasado con el gótico, extinguido en el s. XVIII; el dálmata y el córnico, desaparecidos en el s. XIX, o el gaélico manés, cuyo último hablante nativo falleció en 1974.