Nadie en su sano juicio puede argumentar que Putin se haya visto obligado a invadir Ucrania, como viene repitiendo la propaganda rusa y algunos replican por estos lares. Habida cuenta la dependencia de los principales países de su gas y de su petróleo, si así fuera, podría haber optado por otros medios para hacer valer sus intereses políticos; pero su objetivo no es sino impedir una Ucrania democrática, europea e independiente de Moscú, y convertirla en una región más de Rusia, consecuencia de su nacionalismo irredento. Para entender los hechos de hoy es esencial conocer los hechos del pasado, analizar las decisiones geoestratégicas de unos y de otros y estudiar el complejo mundo de las relaciones internacionales. Pero esgrimir argumentos geopolíticos para justificar a Putin o limitar sus responsabilidades, especialmente mientras mueren ciudadanos inocentes masacrados con bombardeos y disparos de mortero, es una inmoralidad y una indecencia. Obviamente, hemos cometido errores, pero el principal ha sido haber compadreado con el sátrapa ruso (como seguimos haciendo con otras dictaduras, por cierto). No hay ninguna justificación para invadir Ucrania, tratar de ocuparla y, mientras tanto, asesinar a miles de civiles. Ucrania tiene todo el derecho del mundo a tomar sus propias decisiones, decidir su futuro, elegir sus alianzas y existir como país independiente.