En los últimos cuatro años, la dictadura sandinista ha perpetrado más de 250 ataques contra católicos en Nicaragua. Expulsó al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, mandó al exilio al obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez e hizo otro tanto con varios sacerdotes. Encarceló al padre Manuel García; ha cerrado varias emisoras de radio, ha agredido y amenazado de muerte a sacerdotes y fieles; ha atentado, profanado y quemado templos católicos y todo ello sin que la comunidad internacional haya movido un dedo para impedirlo.