Más de 1.000 entraron en Ceuta desde Marruecos a mediados de mayo como medida de extorsión. “Toda acción tiene sus consecuencias”. Esas fueron las palabras de la embajadora del reino alauí. La acción era la entrada de tapadillo en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. La consecuencia, abrir las compuertas de la frontera con Ceuta y, sobre todo, llenar la ciudad de niños. Quedan ahora unos 700. 200 de ellos tienen menos de 16 años. Acogidos en campamentos improvisados y polideportivos, vagando por las calles de Ceuta y pendientes de escolarizar.