Éstos y otros más son problemas que han de abordarse si, más allá de la coyuntura inmediata, se piensa en el futuro. Y buena parte de las políticas requeridas para hacerlo son de competencia autonómica. Por ejemplo, el reciclaje profesional de los trabajadores, o el seguimiento organizado de los problemas de salud, o la formación complementaria de los escolares que la epidemia ha dejado atrás. Las Comunidades Autónomas harían bien en formular planes a medio y largo plazo en estas materias para mejorar el bienestar de los más dañados por la enfermedad porque, más allá de consideraciones altruistas, también afectan al potencial de crecimiento de las economías regionales. Así que, en vez de mendigar confinamientos y toques de queda, lo pertinente es ponerse en acción y evidenciar así que las ensoñaciones sanchistas son, más que nada, puro abandono.