Las palabras de Sánchez demuestran su alergia a la crítica que los medios de comunicación legítimamente puedan hacerle y, por extensión, la peligrosa pretensión de parte de nuestra clase política de dividir a la sociedad española en dos bandos enfrentados para agrupar a los suyos frente a los adversarios, convertidos en enemigos cuya derecho a existir a veces incluso se niega. Si Sánchez considera que sus políticas son buenas para España, deberá esforzarse en argumentarlas, en lugar de criticar a los medios de comunicación críticos con ellas. Un presidente está para rendir cuentas, no para pasar revista.