La evolución personal de cada cual es, además de siempre respetable y casi siempre inevitable, consecuencia de sucesos históricos, experiencias vitales o cuestiones personales que a uno le han hecho ver las mismas cosas de distinta manera o porque las mismas cosas ya no le parecen las mismas. Así, personas que en su juventud fueron fervorosamente de izquierdas, con el paso de los años se hacen conservadores y de derechas; y, al contrario, aunque quizás en menor medida, jóvenes de derechas abrazan con el pasar de los años algunas reivindicaciones clásicas de la izquierda.