Y si no es la gente del campo, son los transportistas, los peluqueros, la hostelería, las agencias de viajes, los floristas, los libreros o cualquier otro sector en el que, a la postre, lo que prima es el autoempleo y las pequeñas (pequeñísimas, así como de a dos o tres
empleados) y las medianas empresas. Y eso sólo las que sobrevivan a los ERTE, a los costes salariales crecientes y a la fiebre del oro emprendida por el Gobierno en los Presupuestos Generales y a la que llaman responsabilidad fiscal.