Newsletter #15 La España que Reúne

El período estival ha traído uno de los fracasos más importantes del último siglo en la persecución del objetivo de conseguir la paz en el mundo. La retirada de las tropas occidentales de Afganistán, emulando a otros episodios anteriores, puede calificarse como la historia de un fracaso anunciado debido a la inconsistencia temporal de las decisiones políticas y militares tanto en cada miembro de la coalición internacional como en el mando único común.

Cada Gobierno que pasa –incluso cada secretario político o de defensa aunque sean del mismo color político– toma decisiones distintas al anterior, desvirtuando los objetivos iniciales de la misión, creando incentivos perversos en el resto de contrapartes y enseñando una debilidad que para los enemigos es una oportunidad de ataque y triunfo. 

La salida de Afganistán es una gran lección que nos enseña la importancia de tener siempre dos elementos fundamentales: estrategia y liderazgo. Los dos tienen que ser siempre y en todo momento consistentes en el tiempo, sabiendo medir las fuerzas en cada momento para llegar a pactos inevitables con enemigos que tienen que estar sometidos a una vigilancia muy estrecha. Es el caso de los talibanes, los cuales en este momento vuelven a ser una pieza de gran valor en el tablero geopolítico global por las reservas de materias primas críticas que tienen y la posición geográfica concreta que es de gran interés para China y su ‘One Belt, One Road’. 

Al mismo tiempo, revela la enorme complejidad inter temporal de gestionar aliados y enemigos, ya que una determinada tribu, ejército, población o territorio puede ser un adversario en un momento dado y en pocos años pasar a ser un aliado por haberse convertido en el «enemigo de mi enemigo«. En una época de volatilidad de los razonamientos políticos sólidos y el cortoplacismo, las democracias liberales se debilitan, acudiendo como mucho a la grandilocuencia y el escándalo ante lo que está pasando, pero sin un plan de cómo evitar catástrofes de este tipo en el futuro. Esto se aplica especialmente a países como España, tristemente símbolo de la inconsistencia temporal de su política exterior.  

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