Andalucía vista desde Cataluña

Los andaluces le han propinado una bofetada a Pedro Sánchez que lo ha dejado grogui. El Presidente del Gobierno se ha convertido definitivamente en un pato cojo, condenado a deambular sin ninguna posibilidad de reelección, sin crédito para comprar voluntades, incapaz de darle la vuelta a la creciente antipatía que provoca entre los españoles.

Los comentaristas comienzan a preguntarse si el PSOE será capaz de sobrevivir a tantas mentiras y errores, amplificados por las penurias económicas de una crisis inevitable. El partido cae a peso, abrazado a sus socios de la izquierda populista. El experimento Yolanda Díaz, concebido para amortiguar la caída, es un bluf.

Los dirigentes y militantes socialistas más lúcidos comienzan a darse cuenta del enorme error que cometieron cuando vendieron su alma al diablo, respaldando una estrategia que abandonaba el centro, al Sur y a las clases trabajadoras para abrazarse a una izquierda demencial, al nacionalismo insolidario y a los orgullosos herederos de ETA.

Los catalanes constitucionalistas miramos hacia Andalucía con una mezcla de sana envidia y esperanza. En los últimos años los andaluces le han dado un giro a su historia. De ser una región condenada a la pobreza y a la dependencia económica, dominada por un régimen corrupto y clientelar, ha pasado a ser una comunidad que mira hacia el futuro con ambición y sin complejos.

En Andalucía también se han puesto de manifiesto las limitaciones de VOX. Y se ha extendido acta de defunción para Ciudadanos, un proyecto político que podría haber cambiado la historia de Cataluña, pero que se equivocó al abandonar esa comunidad. Lamentablemente, los constitucionalistas catalanes sabemos que no podemos fiarnos del gran ganador de las elecciones, el PP, siempre dispuesto a sacrificar a sus militantes y votantes para entenderse con las oligarquías locales.

Cataluña no puede continuar siendo un lastre para España, el reservorio del socialismo crepuscular, la extrema izquierda y el nacionalismo. Sus élites sociales y mediáticas se han adaptado con éxito al cenagal y han seguido medrando. Pero el conjunto de la sociedad catalana, en especial los más humildes, han perdido calidad de vida y expectativas de futuro.

Nuestras esperanzas de cambio pasan inevitablemente por Valents, la única fuerza política capaz de sacar a los constitucionalistas de la resignación y la abstención. Un proyecto concebido para crecer y permanecer en Cataluña hasta que, como ocurrió en Andalucía, se produzca lo inesperado.

Artículo de Juan Arza publicado en El Mundo

Comparte

Share on twitter
Share on linkedin
Share on facebook