Dicho esto, los independentistas sí pueden alcanzar su propósito político de fraccionar el Estado y constituir un Estado independiente. Así como Alemania no puede dejar de ser federal ni Italia convertirse en Monarquía, en España permitimos incluso que se rompa la unidad del Estado. Ahora bien, no pedimos gran cosa, debe hacerse a través de los procedimientos legales establecidos, del mismo modo que ocurre con cualquier otro objetivo político: si uno quiere aprobar unos presupuestos, una ley de vivienda o una renta mínima, debe alcanzar la mayoría necesaria en el parlamento, autonómico o nacional, en función de la distribución de competencias. Un servidor, sin ir más lejos, propuso muchos cambios legales durante mis ocho años en el Parlamento Vasco… y cuando perdía, que era a menudo, no convocaba a los medios para decir que me prohibían alcanzar mis objetivos o que mis propuestas estaban prohibidas (mucho menos me saltaba la ley por las bravas para hacer tragar al resto mis ideas); la razón era más sencilla de entender e incluso de contar: era uno de entre 75 parlamentarios vascos. Y, por lo tanto, en pocas ocasiones alcanzaba mis objetivos, a pesar de que lo intentaba; por decirlo con ironía y con cierto sentido del humor: ganaba los debates… pero perdía las votaciones.