Nuestro voto es útil y decisivo

Los sesgos que utiliza nuestra mente para llegar a conclusiones aptas y soluciones rápidas y efectivas son muy útiles, pero no siempre son las herramientas adecuadas porque no siempre aciertan con sus diagnósticos. Son muchas las trampas en las que caemos si no nos detenemos a hacer un análisis serio de la situación, si no vencemos las tentaciones que supone la pereza, o la amenaza con la que nos atenaza el miedo, o la resistencia a optar por vías que nos dejan solos frente a los que consideramos los nuestros. Tomar decisiones que se opongan a la propaganda fácil o a los prejuicios establecidos y tomar una decisión meditada y valiente que venza a la imagen que retrata la realidad de forma hegemónica y hacia la que tendemos más naturalmente es difícil.

Pero difícil es la situación que vivimos desde hace muchos años en Cataluña, ahora, con parte del gobierno asumiendo el marco mental de los nacionalistas, se hace más necesario que nunca hacerle frente y el 14 de febrero nos ofrece una oportunidad que no podemos desperdiciar.

Es curioso cómo nuestra mente comprende con mucha dificultad el crecimiento exponencial, a pesar de que teóricamente podamos entender cómo funciona muy raramente prevemos su alcance. De la misma manera se nos hace muy difícil entender el valor de la unidad, sobre todo cuando ésta es pequeña. Si aislamos una gota de lluvia nuestro sentido común se opondría a aceptar que una cosa tan pequeña, en un corto periodo de tiempo, pueda causar inundaciones en grandes extensiones de terreno.

Así es como funciona nuestro cerebro cuando nos planteamos el valor de nuestro voto, muchas veces tenemos tendencia a abstenernos cuanto más dura y difícil es la situación, las estadísticas, la repetición de resultados en anteriores elecciones, en definitiva el cansancio y el desánimo nos empujan a no hacer nada, a no poner en valor un triste voto frente a la realidad horrenda y tozuda que tenemos delante. ¿Cómo vamos a desmontar con nuestro simple voto una situación que lleva años sostenida, subvencionada incluso, por gobiernos corruptos e ideologías fascistas, que utilizan los medios públicos y la educación como altavoces partidistas?

Sí, un simple voto suma, y las situaciones pueden cambiar, y mi intención en estas líneas no es tan solo animar a hacer uso de nuestro derecho al voto y a cumplir con nuestra obligación de ciudadanos sino a hacerlo mirando hacia lo más alto que podamos. No nos conformemos, votemos a aquella opción política, a aquel partido, que más se acerque a la idea que tenemos de a lo que debe ser nuestra sociedad. No ejerzamos el derecho de un voto resignado, apuntemos, aunque ningún partido es perfecto y todos nos han regalado frustrantes decepciones, a aquél que nos parezca más fiable, no al que tiene más posibilidades de ganar.

Ejerzamos el derecho a un voto convencido de que con nuestro voto las cosas ahora pueden cambiar.

Artículo de Miriam Tey publicado en ElCatalán.es

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