¿Cuánto peor, mejor? Un mensaje de esperanza para el constitucionalismo catalán

No podemos engañarnos. Los resultados de las elecciones de este domingo han sido un desastre. Los partidos separatistas tienen más escaños y más porcentaje de voto, y si añadimos los apoyos de las formaciones que no han conseguido representación parlamentaria, superan el 50%. Está claro que un partido no secesionista, el PSC, ha sido el más votado, pero no podrá formar una mayoría no independentista, tal y cómo le pasó a Inés Arrimadas en el 2017.

Pero no podemos obviar que el hundimiento de participación, un 25,6% menos que en las autonómicas del 2017, ha dado un dato para la esperanza. No ha sido solo el constitucionalismo el único afectado por el descenso en la afluencia de votantes a las urnas.

Los muy movilizados separatistas, con sus “presos políticos” en campaña, con una TV3 más propagandística que nunca, con su “qué viene VOX” todos a una, se han dejado cerca de 650.000 votos por el camino. Incluso la CUP, que ha conseguido cinco escaños más que en el 2017, ha perdido ocho mil votos con respecto a las elecciones anteriores. La pandemia, la crisis económica y la desastrosa gestión de ERC y JxCAT ha servido para que el separatismo en su conjunto haya conseguido mucho menos apoyo popular.

Eso significa, usando un símil futbolístico, que hay partido, que es posible que el separatismo siga perdiendo apoyos en el futuro por su incapacidad para gestionar los asuntos públicos, y que si el constitucionalismo hace las cosas bien, y se moviliza masivamente, puede en unos años darle la vuelta a la tortilla.

El constitucionalismo catalán, a pesar de haber quedado debilitado en su conjunto en estos comicios tiene un amplio margen de mejora. El ganador en el bando no separatista, el PSC, tendrá que demostrar en que liga quiere jugar, negándose a pactar con ERC bajo ninguna circunstancia. Si no llega a componendas con los de Junqueras, merecerá el respeto de muchos y puede recuperar en el futuro los apoyos de amplios sectores que se han abstenido de ir a votar. Pero si pacta con los independentistas, perderá los votos provenientes de Cs que le apoyaron porque pensaron que era el “voto útil” del constitucionalismo.

Que nunca olviden los socialistas que estuvieron en un tris de convertirse en el 2015-2016 en un partido marginal tras la resaca de los dos tripartitos con ERC y la huida de sus dirigentes más nacionalistas en los primeros años del ‘procés’. De ellos depende.

Cs y PP se han hundido en Cataluña, y solo pueden ir a mejor a poco que se espabilen, se olviden de la política de salón y se arremanguen para ayudar a tejer una red antinacionalista. Fíjense en que decimos “ayudar” no “controlar”, que es lo que tienden a hacer los partidos. Han de hacer una seria autocrítica del porqué han perdido la confianza de 950.000 (Cs) y 80.000 (PP) votantes, y cómo pueden ayudar a fortalecer a la Cataluña no nacionalista para recuperar su confianza.

Vox ha irrumpido con fuerza, ha ilusionado a un sector importante de la resistencia al secesionismo, y ha demostrado que ha venido al Parlament para quedarse, que no va a ser flor de un día. Pero tiene difícil que pueda ser una formación que pueda aspirar a ser la primera fuerza catalana. La rotundidad de sus propuestas le ha permitido entrar con holgura en la cámara autonómica, pero será difícil en un futuro que pueda alcanzar guarismos cercanos a los que tuvo Inés Arrimadas en el 2017.

El no separatismo en Cataluña no está en su mejor momento, por eso hemos de aprovechar la victoria en votos y escaños del independentismo para pedir apoyo al resto de España, apelar a su solidaridad para que nos ayuden de una vez si no quieran que el país se rompa. Hemos perdido una batalla, pero no la guerra y somos muchos los dispuestos a seguir el combate democrático por la unidad del país y contra el totalitarismo antidemocrático del secesionismo.

Hemos de conseguir la ayuda del resto de españoles para tejer una red social fuerte y organizada que sirva para defender a los catalanes no separatistas de la locura independentista y de las veleidades monclovitas que sufrimos ininterrumpidamente desde 1977 y que lleva a todos los gobiernos de España a preferir confraternizar con los nacionalistas que apoyar decididamente a los catalanes que nos sentimos españoles.

Trabajo por delante hay, y mucho, pero podemos ganar. El separatismo ha demostrado sus debilidades y nosotros, a pesar de los múltiples errores del constitucionalismo en general, seguimos más vivos que nunca. Demostremos al resto de España nuestra ganas de luchar por la democracia, y pidamos su ayuda. Juntos, lo conseguiremos.

Artículo de Sergio Fidalgo publicado en elCatalán.es 

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