Del fraude de la atención individualizada a la humillación del 25%

No es la primera vez que se acosa a un niño de 5 años. Y no me refiero sólo a los niños y familias satanizados de Mataró, ni a los de Balaguer en 2015. Me refiero a los que debieron soportar en total indefensión y sin la solidaridad mediática de ahora, el acoso, la estigma y las agresiones a ellos y a sus madres en los años noventa cuando, organizadas en la asociación CADECA en defensa de la lengua materna de sus hijos, ganaron las primeras sentencias contra la inmersión.

Desconocer ese pasado es permitir a la propaganda nacionalista seguir afirmando que en Cataluña nunca ha habido conflicto lingüístico para desautorizar la lucha de padres de hoy organizados en asociaciones como  (AEB, Hablamos español, Escuela de TODOS, AMPA TOTAL etc.). En realidad es lo único que ha habido siempre: exclusión, conflicto y maltrato contra cualquier disidente, fuere maestro, padre, madre, o asociación, además de incumplimiento de cuantas sentencias judiciales se dieron desde los años ochenta y jamás fueron cumplidas. La historia de ese silencio, de esa memoria histórica ocultada está escrita, aunque desgraciadamente, el control de la información por parte del nacionalismo ha impedido que los propios afectados de hoy sean conscientes de su existencia.

Tiene mucho que ver con el soporte de la información de ahora. Hoy el soporte escrito, sobre todo de libros, ha sido substituido por la inmediatez digital, o simplemente ignorados. Este olvido voluntario o inconsciente del pasado es una de tantas torpezas del constitucionalismo. Sin descartar la pereza de una sociedad cada vez más acomodada. No reparar en sus lecturas -y hay para todos los colores- es un grave error.

No se trata de leer los abusos del pasado como ejercicio masoquista, sino como advertencia del presente. Quien desconoce la historia, se dice, está condenado a repetirla; en este caso, quien desconoce las perrerías que el nacionalismo nos ha hecho en la escuela a lo largo de estos cuarenta años, sigue indefenso ante sus trampas. Empezando por las triquiñuelas para incumplir las sentencias judiciales. De ahí el titular del artículo: Del fraude de la atención individualizada a la humillación del 25%.

EL GOBIERNO DE LA GENERALIDAD PRETENDE PONER DOS MAESTROS EN LAS CLASES DONDE SE IMPARTA EL 25% DE ESPAÑOL PARA ESQUIVAR LAS SENTENCIAS JUDICIALES

Como en los años noventa, el Gobierno de la Generalidad está maquinando todo tipo de filibusterismos judiciales y políticos para incumplir la sentencia firme del Tribunal Supremo de garantizar un mínimo del 25% de clases en español. Son maestros consumados en el fraude.

La última ocurrencia del presidente Pere Aragonés y su consejero de educación, Gonzàlez-Cambray, es desplegar dos maestros por cada aula donde se imparta el 25% de las clases en español, uno para hacer el paripé con el niño castellanohablante y el otro para dar las clases en catalán al resto. O sea, siguen incumpliendo la sentencia, pero sin parecerlo. Porque la sentencia del 25% no es individual, sino universal y extensible a todos los grupos clase y a todos los colegios. Curioso, que en una comunidad donde los alumnos con dificultades son ignorados por falta de presupuesto y plantillas, vayan a poner doble profesorado para lograr que la lengua española pase lo más desapercibida posible no sea que contamine a los niños catalanohablantes (esta idea, como verán unas líneas más abajo, no es mía, la dio El Periódico de Cataluña en un editorial infame de 1995 a propósito de la atención individualizada).

Este fraude no es nuevo. En los años noventa, cuando el TSJC sentenció a favor de la enseñanza en lengua materna en la primera enseñanza para los niños castellanohablantes, tal como lo amparaba la “Ley de normalización Lingüística de 1983” se sacaron de la manga “la atención individualizada”. Consistía en atender puntualmente y de modo individual en castellano las dudas que tuvieran en una clase enteramente dada en catalán. Una artimaña para no cumplir con la sentencia del TSJC, basada en el Art. 14.2 de la Ley de Normalización Lingüística de 1983: “Los niños tienen derecho a recibir la primera enseñanza en su lengua habitual, ya sea esta el catalán o el castellano. La Administración debe garantizar ese derecho y poner los medios necesarios para hacerlo efectivo. Los padres o los tutores pueden ejercerlo en nombre de sus hijos instando a que se aplique”.

Las madres de CADECA de aquel lejano 1994 se rebelaron contra el fraude de la atención individualizada, no aceptaron convertir a sus hijos en diana de las burlas de sus compañeros, incluso de los maestros más nacionalistas. El primer año sólo aceptaron esa triquiñuela 79 padres de los 293 que habían solicitado su derecho a estudiar en lengua materna, el segundo año 13, el tercero, 7. El acoso y el estigma habían hecho mella. Ninguna madre quería que sus hijos fueran señalados, acosados o ridiculizados como los tontitos de clase o con el sambenito de anticatalanes. La presión a que fueron sometidas cada una de las madres por inspectores de la Consejería de Educación para que dejaran su actitud, y la campaña de los medios para satanizarlas como enemigos del catalán, fue brutal. Baste un ejemplo.

El 25 de septiembre de 1994, el Editorial de El Periódico de Catalunya distorsionaba las reivindicaciones de las madres de CADECA hasta la náusea. Les transcribo el último párrafo: “Su campaña contra la asistencia individualizada en castellano sólo se entiende desde el temor a que el catalán que utiliza el resto del aula acabe contaminando a los hijos de sus activistas”. Cree el ladrón que todos son de su condición. Puro mecanismo de proyección freudiano tan usual en el catalanismo:. proyectan sobre los demás pensamientos o actitudes malsanas propias, para seguir excluyendo con buena conciencia.

Ante esos ataques de la prensa en un tiempo dónde no había internet ni RRSS y el derecho a réplica no se atendía, las madres de CADECA no podían hacer nada por mucho que insistieran que ellas no tenían nada contra el catalán, que sólo querían que sus hijos pudieran estudiar también en castellano. No hay más sordo que quien no quiere oír.

Así se ha escrito la historia en Cataluña durante estos cuarenta años. Pero en realidad, siempre ha habido conflicto lingüístico, nunca ha habido cohesión social, sólo silencio y sumisión. Con el agravante de que la inmersión sólo la padecían los niños castellanohablantes, los hijos de padres catalanohablantes siempre estudiaron en su lengua. Se ha hablado mucho del modelo de la inmersión catalana, pero en realidad es un fraude, sólo han sido inmersionados los niños castellanohablantes. ¿Si tan buena era, por qué no han inmersionado en español a los niños catalanohablantes en las zonas donde la lengua social catalana era mayoritaria o casi exclusiva?

Este modelo de apartheid lingüístico, en realidad es malo para ambas comunidades lingüísticas. A los inmersionados porque les impiden ejercer un derecho y aprender el registro culto de su propia lengua; y a los segundos, porque, siguiendo sus propias teorías, mal pueden aprender un registro social y culto de español, si sólo lo estudian como lengua extranjera, y en demasiados casos, con el catalán como lengua docente. Para llorar.

Aunque a estas alturas de la película sólo los fanáticos o los cínicos ignoran que la lengua catalana sólo es un instrumento de identidad, una herramienta para construir una nación tribal fundamentada en la identidad lingüística. Una víctima más del nacionalismo. Como lo fue la religión en la guerra de los Balcanes, o la raza en la Alemania nacionalsocialista.

COMO HOY, EN LOS AÑOS NOVENTA TAMBIÉN FUERON ACOSADOS, INCLUSO AGREDIDOS

Todos nos hemos espantado por el acoso al niño de 5 años de Canet de Mar. Perpetrado, no sólo por descerebrados, sino por otros padres, asociaciones en defensa del catalán subvencionadísimas por el régimen, por sindicatos de clase como CCOO y UGT, y por las más altas instituciones de Cataluña. Las RRSS dan la medida de la letrina moral en que viven algunos defensores del catalán: “Me apunto a apedrear la casa de este niño. Que se vayan fuera de Cataluña”, escribió en redes sociales Jaume Fàbrega, exprofesor de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Este niño se tiene que encontrar solo en clase. En las horas en castellano, los otros niños deberían salir”, publicó Albert Donaire, mosso y activista independentista”.

El problema no es que haya xenófobos así, siempre hay gente indeseable en cualquier lugar, el problema es que no sean desautorizados por la autoridad competente, por los intelectuales orgánicos del sistema, ni por los medios del régimen (TV3, Catalunya Ràdio…) sino jaleados.

Pues como hoy, ayer también fueron acosados, y algo más. En los años noventa, las madres de CADECA que habían surgido en varios municipios de Tarragona por su oposición a la inmersión, fueron abandonadas a su suerte con el único apoyo de La Cervantina y la Asociación por la Tolerancia. Entonces, no sólo acosaron a sus hijos e hijas, también las agredieron, y a su vicepresidenta, Asunción García la secuestraron con engaños, la llevaron en su propio coche a un descampado, le dieron una paliza de espanto y la dejaron medio inconsciente tirada en un descampado al lado de su coche en llamas. La denuncia posterior ante la policía y las lesiones constatadas en el hospital fueron archivadas sin más consecuencias. Un escándalo.

Hubo también niños acosados y agredidos. Como denunció ante la policía Esperanza Mera, madre de dos niñas, Aroa de 8 años y Olga de 6, contra Dolores Jiménez, directora  del colegio José Montmany, de San Feliu de Llobregat por negarse a dar clase en castellano a sus dos hijas, y por las agresiones e insultos de sus compañeras sin que hiciera nada por evitarlo. Han debido soportar, denunció por entonces su madre: “diversas agresiones de compañeros y pintadas en el patio, tales como “Aroa puta”, sin que, pese a las denuncia de estos hechos a profesores y directora, se haya hecho nada al respecto”.

Especialmente grave fueron las agresiones a la mayor “ante la mirada de los profesores que no hacían nada para evitarlo”. Dos semanas después Antonio Sanz y Esperanza Mera, sus padres, deciden irse de Cataluña a JaénCorría diciembre de 1993. Como los padres de Sandra de 10 años y Borja de 8, Lola Ramírez y Benjamín Cruz, obligados a llevarlos con sus abuelos a un pueblecito de la Alpujarra (Granada), mientras ellos se quedaban con el pequeño Yago de 3 años en Hospitalet del Infante (Tarragona).

Es desolador que ahora la mayoría se eche las manos a la cabeza porque varios padres se hayan ido de Cataluña o manden a sus hijos fuera de ella, como si fuera algo nuevo, como si nunca hubiera ocurrido antes. Y ocurrió, ante los ojos de todos sin que nadie hiciera nada. Su sorpresa se ha de tornar en indignación para que todos tomemos conciencia de que su cohesión social nunca jamás existió; sólo fue una vez más pura prostitución del lenguaje para imponer su supremacismo lingüístico y mantenernos callados. Tomar consciencia, indignarse es el primer paso para desenmascarar a tanto impostor y xenófobo envueltos en una hegemonía moral que apesta.

LA DIFERENCIA ENTRE LA “ATENCIÓN INDIVIDUALIZADA” DE AYER Y LA HUMILLACIÓN DEL 25% DE HOY

Hay no obstante una sustancial diferencia entre el fraude de la atención individualizada de entonces y la humillación del 25% de hoy. En los años noventa, los Tribunales reconocieron la enseñanza en lengua materna en la enseñanza primaria. En un 100% tanto para castellanohablantes como para catalanohablantes. Ahora esos mismos Tribunales rebajan el derecho a estudiar en tú lengua a un miserable 25%. ¡Cómo si el derecho a un bien fundamental garantizado por la Constitución se pudiese mercadear políticamente!

Bien está por ahorapero nadie, absolutamente nadie ha de permitir ser tratado con condescendencia en sus derechos. ¿Si un niño catalanohablante tiene el derecho de estudiar en su lengua materna, por qué un niño castellanohablante, no? ¿Es de una casta superior? ¿Tiene el color de la piel más clarito? ¿O es catalán de pura cepa y el resto de ciudadanos carecen de tal pedigrí? ¿Podemos colegir de ahí que nuestra Constitución permite privilegios medievales? ¿Acaso no vivimos en un Estado de Derecho y una sociedad cívica donde todos los ciudadanos tenemos los mismos derechos y deberes? ¿Por qué habríamos de permitir que reduzcan los derechos lingüísticos de nuestros hijos quienes nunca estarían dispuestos a que redujeran los de los suyos?

Un día no muy lejano, nos frotaremos los ojos sin podernos creer cómo una sociedad libre en el corazón de Europa permitió con total impunidad durante 40 años que a más de la mitad de su población le robaran el derecho a estudiar en su propia lengua. Ni un mínimo del 25% ni más cuentos de lenguas en peligro de extinción: Libertad lingüística y respeto para la lengua de todos.

Feliz año nuevo. Feliç any nou. Barcelona, 1 de Enero de 2022.

Artículo de Antonio Robles publicado en elCatalán.es.

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