La denominación del 11 de septiembre como la “Diada Nacional de Cataluña” ya nos da una pista de lo que ha estado ocurriendo en esta comunidad autónoma, como decía John Austin en su obra “Cómo hacer cosas con las palabras”, en Cataluña, el lenguaje ha creado un marco mental propicio a las tesis del separatismo, se ha asumido dócilmente que, precisamente, Cataluña es una nación. Por tanto, si es una nación, como todo el mundo “descubrió” gracias al plan de aculturación de Jordi Pujol, a la reiteración performativa del lenguaje y la repetición tautológica de los símbolos nacionalistas, entonces, necesariamente, Cataluña debería, en algún momento en el tiempo, ser un Estado. De esta estructura lógica, con tintes milenaristas, es la que se nutrió la narrativa nacionalista.