Más allá de su dolorosa ausencia, su legado, un verdadero legado moral, nos interpela a todos, pero sobremanera a esa élite titular del privilegio de la responsabilidad que tan bien supo entender Jaime. Una exigencia que queda bien definida en las palabras que Josep Oliú, presidente del Banco de Sabadell, le dedicó en la entrega del premio: «No rendirse nunca en la búsqueda, a través del convencimiento, de un proyecto de país que, siendo plural, es mucho mejor cuando actúa junto que cuando va por separado».