Yolanda Díaz va a la compra

No sé si es porque me hago viejo o porque ya estoy curado de espanto con los políticos, el caso es que tengo la sensación de que hasta el cabo furriel de la batería en la que me tocó hacer la mili allá por los años crepusculares del franquismo, tenía más nociones de economía que la vicepresidenta Yolanda Díaz. Ésta ha dado en los últimos días sobradas muestras de su ignorancia en la materia cuando ha propuesto aplicar a los alimentos un tope inspirado en el del gas porque «nada hay que tensione más la vida de la gente que no poder hacer la cesta de la compra». Y para solucionar esa angustia no se le ha ocurrido mejor idea que fijar los precios de veinte o treinta productos a través de un acuerdo entre la patronal de la distribución y las asociaciones de consumidores. A esta señora, al parecer nadie le ha explicado que la suya es una mala idea de la que, sin duda, saldrán perjudicados los compradores, a cuya costa engordarán los ingresos de los supermercados más eficientes, mientras los productores agrarios se quedarán a dos velas.

Pero eso no es todo. Lo más asombroso es que para Díaz un acuerdo colusivo de esta naturaleza sería «absolutamente legal porque no se regularía mediante una ley, sino que se fijaría con un pacto entre las partes», de manera que se adoptaría «sin vulnerar el derecho de la competencia». Se me ocurre que la vicepresidenta Calviño –que en su día trabajó sobre esta materia– le podría ofrecer a su colega algunas nociones básicas sobre el asunto de la competencia para que no siga desbarrando en sus declaraciones.

Sorpresivamente, Díaz ha despertado el interés de Podemos, aunque estos, como no se fían de la patronal, preferirían poner un impuesto a las grandes empresas distribuidoras para financiar un subsidio a las familias en dificultades. Claro que nadie les ha explicado las nociones básicas de la economía fiscal y por eso no saben que su genial idea provocará un encarecimiento aún mayor de los alimentos. Así que es mejor que se dejen de hacer política creativa, cojan su cestita y, tranlaralarita, acompañen a Yolanda Díaz a hacer la compra.

Artículo de Mikel Buesa publicado en La Razón

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