Doña Mercedes y las cuentas del Gran Capitán

Doña Mercedes González y Fernández, periodista de formación y política de afición, ha dado la campanada en su papel de delegada del Gobierno en Madrid al presentar, para su mayor gloria, unas cuentas del buen hacer de su jefe que emulan a las del Gran Capitán. Ya se sabe, «picos, palas y azadones, siete mil ochocientos millones». La cifra, nada modesta, corresponde, según la autora de tan creativa contabilidad, a la inversión del Estado en la Comunidad madrileña durante el primer semestre del año en curso. Algo verdaderamente asombroso si tenemos en cuenta que los Presupuestos Generales del Estado contemplan para este mismo año unas inversiones reales de 10.172 millones de euros –incluyendo los 1.884 que financia la Unión Europea– en toda España, lo que significa que, de ser cierta la ya apuntada, Madrid en sólo seis meses se habría tragado el 76,7 por ciento de la inversión estatal. ¡Para que luego digan que Sánchez privilegia a Cataluña y persigue a Madrid! ¡Ahí tenemos a doña Mercedes proclamando a los cuatro vientos todo lo contrario porque el presidente se desvive por lo madrileño!

Claro que las cuentas de doña Mercedes González y Fernández son parecidas a las que emula. No contiene dineros para «frailes, monjas y pobres», pero sí incluyen a los beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital, los trabajadores en ERTE y los autónomos con actividad reducida, que es como decir lo mismo. Y tampoco hay para «guantes perfumados» o para «arreglar las campanas», pero da lo mismo porque sí integran el parné europeo para la agricultura, los avales del ICO a las empresas o la autorización de Hacienda para que el Gobierno de Ayuso pueda endeudarse este año. A Doña Mercedes todo esto no parece inquietarle porque lo importante es sumar y que sea mucho, porque los madrileños –sobre todo los venidos de fuera, como yo– tienen a veces el colmillo retorcido y todo les parece poco.

Pero, oh desengaño, a doña Mercedes González y Fernández lo que le fallan no son las sumas, sino los conocimientos contables, y resulta que, de todo eso, inversión, lo que se dice inversión, no hay casi nada. Debe de ser que no asistió a la clase correspondiente en la Universidad San Pablo el día que, en la asignatura de Economía, hablaban de la Contabilidad Nacional; y que, como ese tema no cayó en el examen, pasó el curso y hasta la licenciatura con esa laguna –y a lo peor con otras más– sin mayor preocupación. Claro que para ser político lo importante no son los saberes sino el desparpajo y las reverencias; y así, doña Mercedes ha hecho carrera en el partido socialista y, según dicen las malas lenguas, va para para candidata a lo más alto en la Comunidad de Madrid.

No sé si llegará a ese nivel ni tampoco tengo constancia de que aspire personalmente a él, pero lo que sí sé es que para gobernar una región hay que hacer unos presupuestos, y en ellos hay que distinguir, por supuesto, entre los gastos que constituyen el consumo público y los que se plasman en la inversión real. También hay que tener alguna idea acerca de la parte financiera de las cuentas y de lo que ponen los ciudadanos con los impuestos y lo que llega de fuera, con la Política Agraria Común u otros fondos estructurales europeos. Y, por supuesto, el buen gobernante no debe apropiarse de lo que hacen otros de su misma condición, por ejemplo, endeudándose.

A doña Mercedes González y Fernández le falta todavía más de un hervor, porque en política no todo es doblar el espinazo, sobarle la chepa a tu mentor y tratar de aprender algo de los más ignorantes construyendo mentiras llenas de números y falsedades conceptuales. Porque luego pueden llegar los interventores, la Fiscalía y el Tribunal de Cuentas para poner orden y, a veces, desbaratarte la cuenta corriente.

Artículo de Mikel Buesa publicado en Libertad Digital. 

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