El principal culpable de esta situación es sin duda Mas, que convocó estas elecciones sin haber medido el tiempo, las circunstancia y el verdadero ánimo de su pueblo, pecado imperdonable en todo gobernante. Y es que a muchos catalanes les encantaría ser independientes. Pero tantos o más se dan cuenta de las dificultades que eso entrañaría. «Preguntarme si deseo un Estado catalán dentro de la Comunidad Europea es como preguntarme si quiero acostarme con Julia Roberts», me decía un amigo de allí. Naturalmente, a la elite política catalana estas consideraciones no le importan. Mas ha dicho que seguirá adelante con la consulta y Junqueras quiere incluso ponerle fecha. Ellos van a ser presidentes, ministros, embajadores, altos cargos de un Estado real. Pero con una deuda de 42.000 millones de euros, con unos bonos basura, que no puede pagar sus nóminas, sus hospitales, sus parados, ¿cómo puede pensarse en un Estado independiente? Leo en LaVanguardia un artículo con título de epitafio: «Se acabó el sueño, empieza la realidad». Se refiere a Junqueras, pero vale para todos los catalanes.