De indultos y derivas

Parece que la tesis del planteamiento que propugna los indultos a los secesionistas catalanes, que fueron condenados en un juicio con todas las garantías democráticas, es, que estos indultos favorecerán la convivencia en Cataluña y ello redundará en una oportunidad de mejora también del entendimiento y convivencia de los catalanes independentistas con el resto de españoles.

Esto estaría muy bien si hubiera alguna posibilidad real de que sucediera, pero no parece que haya ningún elemento efectivo que lo sostenga.

Las recientes declaraciones de Junqueras de bienvenida a los indultos, anunciando que ERC no volverá a intentar la vía unilateral, pero manteniendo la posición victimista de que los indultos “pueden paliar el dolor de la represión y el sufrimiento de la sociedad catalana”, saludando que “el conflicto se reconduzca por la vía política”, es una forma de entender la situación que no se si abre realmente alguna posibilidad de resolución del problema, pues es difícil aceptar la tesis de una España represora, que hace sufrir a los catalanes…¿a los no independentistas también?

Este lenguaje que con todo descaro pretende pervertir el sentido real de las palabras, ya lo hemos sufrido también con algunos “pacificadores” del País Vasco.

Según Junqueras “el conflicto” se resolvería mediante un Referendum acordado, pero es obvio que si se cambiase al efecto la Constitución, se celebrase el citado referéndum y la posición independentista resultase derrotada, no ganaríamos tranquilidad, pues volverían a reclamarlo una y mil veces hasta conseguir su objetivo, lo que es perfectamente posible si los independentistas siguen ostentando el poder autonómico, pues lo utilizan para ir reforzando sus posiciones.

La situación real actual es de absoluta ruptura de los separatistas con el resto de catalanes, y con todos los españoles, y JxCat y la CUP, no anuncian que vaya a cambiar en nada su actitud con los indultos, más bien que mantendrán y radicalizarán, más si cabe, su actitud rupturista. Y en esto son creíbles…

Así pues, más parecería que la expectativa para el Gobierno que concederá los indultos, es una ensoñación basada principalmente en el interés de mantener su poder a toda costa con el apoyo de estos independentistas, cuando este apoyo nunca lo puede asegurar un Gobierno Español y el ejemplo del fiasco de Rajoy con el PNV es suficientemente cercano y elocuente.

La concesión del indulto a los independentistas catalanes puede considerarse una arbitrariedad, una humillación para la justicia y para la sociedad española, así como un síntoma de debilidad del Estado de Derecho frente a los sediciosos. Pero también podría considerarse una muestra de magnanimidad del Estado, si como consecuencia del indulto se recondujera realmente el problema social y político en Cataluña de forma efectiva y permanente y no como anuncia Junqueras.

El dilema que separa al Gobierno que va a conceder los indultos y al sector de la población española contrario a ellos, es si va a ser realmente posible reconciliar a los catalanes entre sí y a los independentistas con el resto de españoles, mientras los independentistas conserven el poder autonómico. ¿Acaso es posible que los soberanistas renuncien a su objetivo, manteniendo el poder autonómico y la llave del Gobierno Nacional con sus votos en el Congreso de los Diputados?

La situación conocida apunta a que no, pero el Gobierno y muchas personas de buena fe insisten en que la medida de gracia puede cambiar la situación en Cataluña y la de Cataluña con el resto de España.

Quizás merezca la pena que el Gobierno lleve adelante su estrategia y se verá si sus resultados a corto plazo son favorables para ese objetivo de mejora de la convivencia o simplemente solo valen para que el Gobierno de España intente mantenerse hasta las próximas elecciones, sin que nada cambie realmente en Cataluña.

Si lamentablemente esto sucediera así, el descrédito del Gobierno sería enorme y la medida de gracia solo serviría para fortalecer el independentismo. En caso contrario habría que celebrarlo alborozadamente en toda España.

A juicio de muchos, entre los que me incluyo, la única posibilidad de cambiar la situación actual en Cataluña, y por supuesto en las demás Comunidades donde gobiernan independentistas, es que estos pierdan el poder, y a partir de ahí se reconduzca la situación en todos los ámbitos, empezando muy seriamente por el educativo.

Lo ideal sería que la pérdida del poder fuese a través del voto popular, pero algo no funciona en Cataluña ni en el resto de Comunidades con el mismo problema, que da lugar a que en las elecciones, por variadas razones, ganan los independentistas y pueden formar gobiernos autonómicos.

Con las Leyes de Educación habidas desde hace 40 años y la transferencia de la competencia en educación a las Comunidades Autónomas, se ha producido una enorme heterogeneidad educativa en toda España, agravada en las Comunidades con lengua vernácula propia, que son precisamente en las que se manifiesta la pulsión independentista.

En estas Comunidades se ha formado a más de dos generaciones esencialmente en su cultura monolingüe, postergando y ninguneando la formación en español que ayudaría a esas generaciones a entenderse bien con el resto de españoles y con todos los hispanohablantes que hay en el mundo. Todo esto aderezado con una formación en valores que ha potenciado de forma extrema el amor a lo específico de la Comunidad, menospreciando, cuando no, generando un desafecto rayano en el odio a todo lo español. Así se ha ido despertando un sentimiento diferenciador que abona todo tipo de independentismos.

Para intentar cambiar todo esto, lo primero y más importante sería que el Estado recuperase la plena competencia en educación, para asegurar una formación homogénea en lo esencial para todos los estudiantes. Ahora hablamos de educación, pero el problema es similar en sanidad y en algunas otras materias, pero no es este el motivo de la presente reflexión.

Todo lo anterior, lo que realmente indica es que algo no funciona bien en España, que da lugar a esta escalada de movimientos centrífugos…

Por lo tanto este es el meollo de la cuestión y lo que hay que aplicarse a pensar y resolver…¿Por qué en las Comunidades periféricas hay esa propensión al separatismo y qué es lo que hay que hacer para generar un clima de convivencia confortable entre todos los españoles, entre los que no hay tantas diferencias identitarias como los secesionistas propugnan?

Porque la realidad es que tenemos, historia, tradiciones, cultura, articulación social e intereses comunes, en definitiva, una Nación, con un idioma español también común con el que comunicarnos y entendernos, lo que sin duda nos hace sentirnos próximos y provoca una natural corriente afectuosa entre nosotros….

El haber compartido todo lo anterior desde hace más de cinco siglos, junto con las interrelaciones y mezclas que naturalmente se han producido entre todos los habitantes de las distintas regiones de España, nos hace realmente ser muy parecidos…

Si estamos fuera de España, nos reconocemos y surge la afinidad entre nosotros, seamos de donde seamos …y todos sentimos como algo nuestro y podemos emocionarnos con una jota, una sardana, una muñeira, un pasodoble y una folía, por poner solo algunos ejemplos…

Evidentemente en todo lo anterior me estoy refiriendo a los españoles normales, que no están abducidos ni fanatizados por ninguna tribu ideológica y que no se dejan arrastrar por ningún tipo de dogmatismo reduccionista… porque eso sí que diferencia y separa mucho…aunque tampoco tiene porqué ser una actitud permanente…la propia educación puede también resolverlo…

Alguien, con cierta ironía, se atrevería a decir, “ya puestos, se podría añadir un fado portugués…”, y no diría yo que no, porque me gusta más unir y sumar que separar y restar, obviamente sin ningún ánimo hegemónico, en ningún caso, y muchas afinidades de todo tipo, haylas…pero no se trata ahora de eso…por suerte tenemos una Europa en la que paulatinamente se va produciendo ese proceso de unión…que va, claramente, en sentido opuesto a todos los separatismos, anacronismos contrarios a la modernidad de hoy…

La tan traída diversidad de España es solo, pues, a mi juicio, en matices superficiales, salvo en lo que se refiere a la lengua en los pueblos y zonas rurales con lengua materna propia diferente del español, en la que al no hablarse más que la lengua materna se crea un clima de diferenciación real que abona todo tipo de manipulación identitaria y segregacionista.

Pero todo esto aun puede atenuarse y reconducirse si se hace con la suficiente sensibilidad, consideración y respeto a las lenguas particulares de cada Región y Comunidad, consiguiéndose a la vez una verdadera formación bilingüe en español, que se imparta en la escuela y se emplee en la sociedad, lo que ningún Gobierno Nacional ha intentado resolver hasta ahora, sino todo lo contrario.

Pero, en fin, no vamos a simplificar, porque el tema de los separatismos es, sin duda, muy complejo. Como vemos, tiene varias componentes, siendo probablemente de las más significativas, la sentimental, en la que influye mucho la lengua, y la económica. Los sentimientos es muy difícil controlarlos, no se guían por la razón y pueden ser fácilmente manipulables, pero el aspecto económico ya puede analizarse y tratarse con más facilidad y racionalidad.

No obstante todo lo expuesto anteriormente, la mayor parte de las pulsiones separatistas se producen por razones económicas acompañadas de las ambiciones de poder de las clases políticas dirigentes, y, claro, se suelen dar en Comunidades más ricas que la media nacional, por una motivación insolidaria de no contribuir al despegue económico de las Comunidades más pobres, aun cuando en algunos aspectos, las Comunidades más boyantes se hayan enriquecido gracias a la contribución directa e indirecta de las más pobres.

El “Espanya ens roba” no solo es una burda y reconocida falsedad, es una iniquidad y una auténtica aberración…que últimamente se ha cambiado por el “Espanya no ens vol”, una iniquidad mayor a la anterior, si cabe, que obviamente propende al desencuentro…

Viendo las diferencias económicas entre regiones, pueblos y ciudades de España, resulta evidente la necesidad de generar una situación de equilibrio social y económico, en definitiva, un Estado de Bienestar real, equivalente entre todos los pueblos y regiones de España.

Y en esta línea, da la impresión de que se ha avanzado bastante en los últimos 40 años, sobre todo en lo cultural y en algunos aspectos sociales, pero, obviamente, aunque haya habido un avance económico en toda España, no existe un equilibrio económico en el país, porque la estructura industrial y empresarial, generadora de actividad económica y de empleo, es muy heterogénea y la riqueza no está bien distribuida.

De todo lo anterior se deduce que los primeros objetivos del Estado debieran ser, una aplicación eficaz de una Ley de Educación que asegure una formación homogénea y un conocimiento y uso efectivo del español en todo el país y poner en marcha iniciativas que tiendan a conseguir el equilibrio económico real de todas las regiones de España.

No se puede dejar todo a la iniciativa privada, aunque evidentemente en un Estado de Libertad como el nuestro, hay que estimularla y no coartarla mientras no atente o ponga en riesgo el bien común. Pero en el aspecto económico-industrial la experiencia demuestra el profundo error de aquella extremada tesis de no intervencionismo estatal, del Gobierno de finales de los años 80, mantenida desde el propio Ministerio de Industria, de que “La mejor política industrial es la que no existe”…

La articulación económica, social y educativa del país debe ser, pues, desde mi punto de vista, una “Estrategia de Estado”.

Y mientras que esas iniciativas del Estado no alcancen sus objetivos, hay que evitar los comportamientos disgregadores que se opongan a esa actuación equilibradora del Estado.

De tal forma que cuando un gobierno secesionista en alguna Comunidad Autónoma actúe flagrantemente contra la Constitución Española, no quepa más opción que la aplicación con toda firmeza del artículo 155 de la misma, durante el tiempo necesario hasta que se revierta la situación social en esa Comunidad, de conformidad con lo que contempla la propia Constitución.

Artículo de Miguel Angel Derqui.

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