El separatismo ha perdido el sentido del ridículo

El ‘frikismo’ ha invadido todos los ámbitos del secesionismo. Si durante la época álgida del procés vimos a personajes que se unían a los árboles precintándose con plástico amarillo, o a radicales persiguiendo al autobús 155 en Montcada i Reixac, por no hablar de las procesiones de Semana Santa con pasos con la urna del 1-O, ahora tenemos a Carles Puigdemont convertido en monigote.

Como si se tratara de un muñeco de José Luis Moreno, al estilo de Rockefeller o Monchito, militantes separatistas pasearon por los puentes de las autopistas catalanas a un muñeco que imitaba a Carles Puigdemont, que iba saludando desde los puentes a los coches que circulaban.

La falta del sentido del ridículo del separatismo, y la impunidad que gozan al dominar las principales instituciones de la comunidad autónoma, les lleva a un buen número de excesos sin que se planteen que más que miedo, o respeto, dan risa. No se enteran y, lo que es más grave, no tienen ningún interés en hacerlo.

El separatismo es tan endogámico, y tiene tal tendencia a reírse las gracias entre ellos, que no distinguen entre lo que es ocurrente y lo que es patético. Basta con ver la programación de TV3, o Catalunya Ràdio, y ver a los personajes independentistas que fichan como “analistas” para darse cuenta de que han perdido el sentido de la realidad. De ahí que Pilar Rahola pueda ser uno de sus referentes intelectuales.

Artículo de Sergio Fidalgo publicado en ElCatalán.es.

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