En esta forma de entender la composición del TC subyace el colosal despropósito de considerar al Tribunal una institución ‘representativa’ y que, como tal, debe reflejar la correlación de fuerzas políticas del momento. Con esa concepción, el TC deja de tener sentido y podría simplemente ser suprimido. El TC es ante todo un Tribunal, integrado por magistrados independientes y que no representan a fuerza política o ideología alguna. Se trata de una institución ‘contramayoritaria’ cuya razón de ser es, precisamente, limitar los posibles excesos en que incurren los poderes públicos democráticos-mayoritarios.