Estuvimos allí y, además, lo vimos todo

Millones de españoles fuimos testigos en directo de uno de los hechos terroristas más retorcidamente crueles: Un joven, civil, sin cargo relevante, es secuestrado y sirve como excusa para intentar chantajear al Estado de la nación a cambio de su vida.

Fue el último, pero no el primero de los chantajes con ese perfil operativo. De manera similar sucedieron los secuestros y posteriores asesinatos del industrial Ángel Berazadi (1976), del empresario Javier Ybarra (1977), del ingeniero J.M. Ryan (1981) o del capitán de farmacia, Alberto Martín (1983), con irregular respuesta ciudadana.

Cada año, la televisión, ahora «las redes», nos recuerdan a Miguel Ángel Blanco. Y nos recuerdan que en aquellos días de julio sí que estuvimos en la calle. En cualquiera de esos lugares donde la gente decente de nuestro país se apiñó, por fin, para mostrar su rabia por aquel crimen, allí estábamos cada uno de nosotrosNos sentimos atrevidos, rebeldes, pertenecientes a un club de buenas personas reunidas para señalar el mal. El inequívoco mal. Pienso que aquello nos unió. Todo hubiera sido diferente si aquel chute de mágica autoestima nos hubiera durado más.

A varias generaciones de españoles, el terrorismo nos puso a prueba. Continuamente. Hemos sido testigos vivos de la imborrable «película» del terrorismo que forma parte inseparable de nuestra propia historia personal, la historia de un tiempo trascendental para nuestra sociedad.

Los que tenemos entre 40 y 80 años y vivimos aquellos tiempos hemos tenido oportunidades de sobra para trasmitir a nuestros hijos cómo el terrorismo alteró a lo largo de los años el devenir de nuestro país. Y sin embargo, no es que los chicos no sepan quién fue Miguel Ángel Blanco, icónico caso para los adultos, sino que tampoco conocen un atentado indiscriminado contra civiles como el de Hipercor, en el que murieron 21 personas, ni que, en otro atentado, contra viviendas de guardias civiles, fueron asesinados 5 niños. O que ETA ha asesinado a 21 niños en total. Ni que antes de a Miguel Ángel se asesinó a otras 848 personas. Entonces, ¿qué se les cuenta?

En los libros de texto encontrarán mínima información (Franco y una ETA luchando contra él), tan reducida que resulta un destilado perfecto de la ideología al uso, ya saben: un tercio de Franco, otro de buenismo y otro de blanqueamiento. Sería preferible que desapareciera del todo cualquier información al respecto pues contrarrestar la que asimilan de esa forma se convierte en una tarea ímproba.

Los jóvenes del presente ya no se informan por los periódicos tradicionales, la radio o la televisión. Quizás mediante Instragram, Twitter, algunos youtubers o series puedan rellenar algo sus vacíos en historia o temas de actualidad, pero… Paralelamente a esto, y quizás, a mi juicio, la más potente, es esa facultad informal que tienen las personas sin criterio de cazar al vuelo informaciones importantes para formarse unoUn titular, un tuit, en ese segundito que miras la televisión en un bar, alguna fotografía, el comentario aparentemente distraído de un profesor o de un amigo mayor o de un familiar en una comida, esas risas tras un comentario político; frases sin precisión ni tiempos, en las que se mezclan argumentaciones falsas, asimetrías, relativismo simpático. Bullshit, en definitiva.

Esas imágenes de independentistas catalanes celebrando su indulto sin haber cumplido su pena o de compinches de una banda terrorista (se dice que ya no existe) recibidos por el partido en el Gobierno o de sus portavoces en la tribuna del Congreso hablando de derechos humanos, participando en lo de la Memoria de eso mismo, escuchados con gran atención, mientras los presos de aquella banda que asesinó, salen poco a poco de las cárceles gracias a las sibilinas argucias legales del Gobierno, para, seguidamente, ser agasajados en sus pueblos de origen (aunque haya leyes que lo impidan), todo esto sin oposición popular alguna… Imágenes que la cabeza del joven en cuestión va encajando con todo lo demás que ha ido percibiendo: la «organización» luchó contra la dictadura (igual que el partido del Gobierno actual) y nos libró del sucesor de Franco, sus altruistas militantes decidieron dejar las armas para traernos la paz a todos los españoles y hacer política junto a los que tratan de impedir que el fascismo vuelva. Por el bien de la gente, claro.

Propaganda, desidia, pérdida de valores y de coraje cívico ¿dónde aparece Miguel Ángel Blanco?

Somos los padres de los chicos que no saben quién fue Miguel Ángel Blanco. Estuvimos allí y además, lo vimos todo: tenemos responsabilidad sobre lo que no conocen nuestros hijos. ¿No somos capaces de contar lo que pasó y qué hemos hecho desde entonces?

Decía Santiago Abascal en una entrevista que le había oído decir a Rosa Díez que no hay nada más educativo que el cumplimiento de la ley. Estoy de acuerdo con cada uno de los dos, con ambos y con todo el que crea en esto mismo.

Artículo de Iñaki Arteta publicado en La Razón.

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