Eso sí, que no falte el escándalo cuando algún insolidario decide trasladar su residencia para ahorrarse impuestos. Soy de letras, pero me atrevo a aventurar que si la financiación de los servicios públicos sufre por la mudanza de un youtuber, no soportaría la pérdida de siete millones de contribuyentes tras una hipotética secesión. Incluso se resentiría si se creara una hacienda propia (Hacienda éramos todos), como proponen algunos candidatos a la Presidencia de Cataluña.