El guion real era otro. Ya conocido. Se había escrito en el País Vasco y hasta tenía título: el árbol y las nueces. Para aplacar a la fiera, privilegios. Los beneficiarios, muchos, se arracimaban en torno al PNV y sus tramas clientelares, lo más parecido al PRI mexicano que Europa ha conocido: medios de comunicación, ONGs, enseñantes y muchos, muchos, funcionarios. Una trama civil literalmente comprada a cuenta de la identidad. Sí, el terrorismo tenía enormes costes económicos, pero apenas rozaban a los beneficiarios. Al revés, evitaba la llegada de la competencia y la discrepancia. Y, al cabo, lo perceptible, para cada uno son sus ventajas fiscales. Los efectos agregados, a medio plazo, no le importan a nadie en particular. Los beneficios de cada cual, eso sí, eran bien concretos. Y, por lo demás, ya nadie produce para el mercado local.