Por ello, el resultado más previsible es que, si no se consigue una calma en los mercados internacionales que permita empezar a reducir los precios mayoristas, el «plan Sánchez» echará más leña al fuego inflacionista. En el fondo, estas medidas no atacan al corazón del problema, el cual en materia energética y de transporte es doble: por un lado, es un grave problema el mecanismo de fijación de precios minoristas (que no de los mayoristas), donde España es una excepción europea con el 40 % de los consumidores domésticos y el 80 % de los industriales indexados al precio diario. Por otro lado, la negativa a corregir la inflación con los impuestos generales evidencia la falta de atención a un gasto más eficiente y una acción de gobierno más dirigida hacia el estímulo de la competencia en los mercados y articulación de los mercados internos para reducir los costes de las importaciones y, por ende, de los productos y servicios finales.