Por eso estoy convencido que lo más saludable, en mi opinión, sería cerrar TV3 cuando en la Generalidad haya un gobierno que decida que lo de dividir a los catalanes en dos comunidades no tiene sentido, y que marginar a millones de ciudadanos por no ser independentistas es intolerable. Y al día siguiente sería el momento de construir una nueva televisión pública en Cataluña no sectaria, que no sea ni nacionalista, ni antinacionalista, que sólo sea un servicio público. Que no sea un comedero para empresarios amigos, que tenga informativos fiables y de calidad. Y que no quiera pastorear a ningún rebaño, sino informar a unos ciudadanos conscientes de sus derechos y obligaciones.