Este sobrecargo de la factura se convierte en una losa en momentos de crisis de precios, multiplicando el efecto negativo
sobre el precio final, pero con beneficios evidentes para la Hacienda Pública en forma de recaudación de los diferentes impuestos (IVA del 21% ahora del 10% de manera transitoria, impuesto especial sobre la electricidad, impuesto del 7% a la generación, tasa de residuos nucleares y otros) y los ingresos por los derechos de CO2.