Incluso antes de la admonición de los doce días, ha ido ocurriendo lo evidente. Por un lado el travestismo de Gabilondo, género ideológico fluido por semanas (“con este Iglesias no”, “soso pero formal”, con Pablo, unidos de la mano contra el fascismo). Por otro, la leva de turbas de Podemos con destino a Vallecas y a donde la alerta antifascista les lleve.