En primer lugar, eso de que el ‘procés’ está acabado no es cierto, mírese por donde se mire. Sigue vivo, muy vivo, adopta otras formas, ensaya otros caminos, pero los nacionalistas no son más moderados, el nacionalismo nunca es moderado, siempre quiere más, aprieta las clavijas hasta la victoria final. El atolondrado intento de 2017 era obra de fanáticos con escaso seso y ningún conocimiento de cómo funciona el mundo de hoy, en especial la Unión Europea. Se quedaron solos, tuvieron que replegarse momentáneamente, pero sin bajas apreciables, es más, con el ánimo renovado.