Tras la dimisión de Rivera, Inés Arrimadas asumió el liderazgo de Ciudadanos. Y aunque abandonó la estrategia de Rivera, reflotar el partido era misión casi imposible, porque el daño estaba ya hecho, más aún con el surgimiento y el fortalecimiento de Vox por la derecha. Arrimadas insistió en lo de liberales frente a conservadores y, aunque es visible para algunos pocos, es irrelevante para la mayoría. O no se ve tan claro como a uno le gustaría, no solo porque ocupas menos espacio mediático y ya estás ubicado en la derecha, sino porque para muchos esas diferencias son solo matices. No les importan, aunque puedan ser importantes. Incluso los que habríamos preferido que se hubiera mantenido en la izquierda, podemos reconocer que un partido liberal ubicado en el centro podría jugar todavía un papel relevante pero, como bien ha apuntado David Mejía, con otra estrategia: siendo bisagra en lugar de muleta. Lo cual, por cierto, no quiere decir apoyar al bipartidismo sin exigirle nada a cambio, sino estar vigilante y ser exigente… y seguir siendo una alternativa tanto al PP como al PSOE. Pero si ofreces listas conjuntas, te presentas en coalición y te disuelves en el PP diluyendo todas tus ideas diferenciales, ¿por qué iban a votar al pequeño allí donde se pueda votar al grande?