El emperador Octavio Augusto para poder imponer la Pax Romana, primero tuvo que conseguir la paz interna y externa del Imperio. Internamente administró y controló decididamente todo, imponiéndose ante los gobernadores de las provincias, los jefes de los ejércitos y la aristocracia, mientras, que externamente, desató una serie de guerras, las cuales tenían como finalidad la conquista de nuevos territorios, reestructuró la organización militar, para poder disponer de un ejército que permanentemente atendiera la defensa del Imperio, devolvió al senado su antigua dignidad, reduciendo su número de miembros y confiándole la administración de las finanzas del gobierno, así como, otorgándole amplios poderes judiciales.