Para los fascistas amarillos, la Policía y la Guardia Civil fueron «piolines», pero a nosotros nos representaban. Y cuando digo nosotros, me refiero a los que creemos en el Estado de derecho y en la unidad territorial de España. Pero, sobre todo, a los que deploramos el uso de la violencia (iba a decir venga de dónde venga, pero lo cierto es que suele venir siempre del mismo lado, así que para qué). Los que somos gente de orden (en suma), como debería serlo el presidente del Gobierno.