El delito que celebra ERC, el de sedición, es menos grave, pero no menos peligroso para la democracia. Su líder y varios acólitos cumplen condena por alzarse contra el orden constitucional y no sólo no han pedido perdón, sino que tienen ganas de repetir la hazaña, se entiende que con mejor desenlace, una vez retocado el Código Penal.