Donald Trump y sus seguidores son esperpento. Son ridículo, ignorancia, inanidad y vacío moral. Jamiroquai, Tiger King y Carole Baskin en el Capitolio, azuzados por el ego herido de un demente septuagenario, rebosante de infantil narcisismo, obsceno en sus formas, caprichoso en sus obsesiones, Nerón naranja. Todo en él es inasequible a la dignidad, impermeable al buen juicio. La suya es una locura de cómic distópico. Su liderazgo, el de un estridente flautista de Hamelín.