Laclau, sin duda uno de los pensadores más importantes de nuestro tiempo, realiza en su obra una deconstrucción sistemática del marxismo cuestionando todos sus paradigmas y categorías a través de una relectura de sus planteamientos en la que tienen mucho que ver tanto el psicoanálisis lacaniano como los postulados posmos de Foucault o Derrida. Pero además, plantea una nueva estrategia revolucionaria, el populismo, una forma de «construir pueblo» que para él no es un movimiento político adscrito necesariamente a una ideología concreta, sino más bien una nueva dimensión del relato político que puede estar presente en movimientos de signo ideológico muy distinto, pero que necesariamente ha de contener dos características esenciales: simplificación y vacío, las mismas que según él caracterizan a la sociedad actual, una realidad a la que el populismo tiene que seguir como la sombra sigue al cuerpo.