n banquero mal pagado es sólo la mitad de un banquero, pues su menguado sueldo constituye un incentivo para convertirlo en ladrón que birla dinero a sus clientes. Lo vimos en aquella remota época en la que las Cajas se lanzaron a la desaforada carrera de crecer sin freno. Pero hay excepciones, como no podía ser menos. Por ejemplo, se le puede medio retribuir al banquero cuando, como le pasó a Goirigolzarri con Bankia, se le pone ante el reto de hacer viable a una entidad quebrada, además de infiltrada por políticos y sindicalistas de todos los pelajes. Era imposible, pero él fue y lo hizo. Ahora le había llegado el momento de la recompensa al presidir el nuevo Caixabank surgido de la fusión con aquel desecho.