La Cruzada de los Niños, la de los jóvenes, salvando a nado el espigón que les separa de España con total impunidad y en festivas oleadas. Luego autobuses fletados para acercar a la gente a una frontera que, del lado marroquí, ya no es. Y ahí a lo lejos, retenidos los subsaharianos en las faldas de la montaña, como quien exhibe sus perros de presa sujetos por el gollete, para demostrar que si quieren, todo puede empeorar.