Además, los hijos de los agentes son señalados en las aulas por docentes independentistas que tratan de humillarles delante de sus compañeros de clase y, de postre, apenas reciben educación en su lengua materna. Así, un guardia civil que hoy está en Sant Andreu, y que en dos años puede estar en Zamora, ve como sus retoños casi no tienen asignaturas en nuestra lengua común, y encima la Generalitat pretende que cuente como docencia en español las horas de patio y de comedor. Por suerte, se han plantado y la asociación de guardias civiles JUCIL, con el apoyo de Hablamos Español y Convivencia Cívica Catalana, han exigido que se cumpla la sentencia del 25%. Un 25% de docencia en castellano es mísero, pero menos es nada, y bien hacen en reclamar sus derechos.