La publicación «Definición ABC» define la militancia política como la «promoción de un cambio a nivel político a favor de una determinada postura política que es la que se promueve y defiende”. En este sentido, el afiliado debe ser un sujeto librepensador dentro de su propio partido en favor del progreso y beneficio de éste, algo que en los últimos días se está poniendo en cuestión con los expedientes disciplinarios incoados por la actual ejecutiva del PSOE a Nicolás Redondo Terreros y Joaquín Leguina.

En pleno proceso de deterioro de la calidad de las instituciones, los partidos políticos no quedan al margen. El debate ideológico se sustituye por la consigna, castigando o con la indiferencia o con la sanción a todo aquél que no sigue escrupulosamente los dictados de la ejecutiva correspondiente. Precisamente, no hay mayor prueba de lealtad a las siglas de un partido político que trabajar públicamente y no soterradamente por cambiar aquello que se entiende que no funciona o que podría ser mejorable. Esto es aún más importante en un contexto de crisis económica, política e institucional donde cada improvisación, error en las herramientas que se utilizan o inexistencia de los más elementales contrapesos internos que permiten encauzar el rumbo cuando todo sale mal, genera un enorme coste para los ciudadanos.

Las élites que gobiernan los partidos no son eternas ni infalibles. Están en tanto en cuanto existe proyecto político con éxito y apoyo de la militancia. Es evidente que en el Gobierno de coalición esto está empezando a cambiar, siendo necesario empezar el cambio por el «proyecto». Y para ello no se puede prescindir del talento, experiencia y criterio de personas que pueden aportar valor. Evitemos una mayor descapitalización política de los partidos y una acelerada desafección de aquéllos que tienen mucho que decir con solidez ideológica, capacidad de gestión y entendimiento con los adversarios.

Los partidos políticos son una herramienta imprescindible para organizar e instrumentar la participación ciudadana en las tareas de gobierno de su país. Como toda organización, cuenta con un código de conducta de obligado cumplimiento por parte de sus miembros, y la necesidad de identificarse y reconocerse en las siglas. Ni una cosa ni la otra han sido vulneradas por Joaquín Leguina y Nicolás Redondo Terreros, con lo cual el expediente disciplinario ya nace basado en apreciaciones que distan de la realidad a partir de una distorsión consciente de lo publicado en medios de comunicación. Es el caso de las fotos junto a la candidata del Partido Popular a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un acto que nada tenía que ver con la campaña electoral, al cual se invitó a los principales partidos con representación en la anterior Asamblea de Madrid. Pero sólo la candidata popular se presentó a ver la labor que se realiza en la Fundación Alma Tecnológica.

La foto se malinterpretó desde los medios de información para desgastar la imagen del PSOE, introduciendo así un elemento más de polémica a una de las campañas más tensas y polarizadas de la historia de nuestro país. De ningún modo la foto debía suponer un apoyo, al igual que otras declaraciones y pronunciamientos de este Club de Opinión o particular de los señores Leguina y Redondo Terreros. Por tanto, es una cuestión de vulneración de los derechos fundamentales de un militante de expresar su discrepancia con la dirección de su partido. Pero, tristemente, la élite dirigente confunde «discrepancia» con «desafección» o incluso con «traición», volviendo a concepciones y términos en lo más negro de nuestra historia.

El PSOE debe volver a la senda de la responsabilidad, la moderación y el respeto para recuperar la confianza de los españoles que, siendo socialistas, no confían en los líderes de su partido por sus actos más recientes y ataques a personas que, sin lugar a dudas, representan mejor que nadie los valores de este partido. No se puede ir en contra de la libertad y, mucho menos, de aquellos que han dado todo por ti si mañana quieres ser mejor que ayer.

Editorial publicada en la Newsletter #9 de La España Que Reúne

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