Economía política de la pandemia

Las investigaciones del profesor Werner Troesken, de la universidad de Pittsburgh, han puesto de relieve que las instituciones que promueven la actividad económica por medio del libre mercado y la limitación de la intervención pública, conforman también así su enfoque en materia de salud pública. Un claro ejemplo de ello lo podemos encontrar en las soluciones de la cogobernanza que se han registrado en España recientemente. A nadie se le oculta que, en este asunto, han competido dos modelos básicos: uno intervencionista y constrictor de la actividad económica –bien visto por el gobierno de Sánchez, la izquierda, los nacionalistas y algunos dirigentes de la derecha– y otro permisivo con esta última bajo la inspiración del principio de libertad –del que ha sido principal promotora Isabel Díaz Ayuso en Madrid–. Los resultados madrileños se ubican, desde el punto de vista epidémico, sin ostentar el liderazgo, entre los más eficaces del país; y desde la perspectiva económica, destacan sobre los de las demás regiones. Es con este bagaje con el que la dirigente del PP se presenta a los comicios de la semana próxima.

En el plano electoral hay pocas evidencias de la influencia de las pandemias sobre el voto, aunque sabemos que, por ejemplo, la mortalidad de la Gripe Española de 1918 coadyuvó al impulso del nazismo en Alemania o al éxito republicano en las presidenciales norteamericanas de 1920. Y también que el SIDA alimentó el voto demócrata en Estados Unidos. Por ello, no cabe hacer inferencias acerca de cuál será la repercusión de la gestión del Covid-19 en las próximas votaciones madrileñas. Pero, sin duda, algún peso tendrá, sobre todo si tenemos en cuenta que el ascenso popular de Ayuso ha cabalgado a lomos de su confrontación con el intervencionismo y la limitación de las libertades propiciada por Sánchez. Tal vez, en esto, haya sido ella la que mejor ha asimilado el consejo a los líderes con el que John Barry cierra su libro sobre «La gran gripe» en Estados Unidos: «se impone no distorsionar los hechos, no trastocar la realidad y no manipular a nadie».

Artículo de Mikel Buesa publicado en La Razón.

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