‘El catalán por cojones’, la tercera ola del ‘procés’

Estamos asistiendo a una tercera ola de la epidemia separatista basada en la imposición del catalán en todos los ámbitos sociales. De ahí la voluntad por parte de la Generalitat de elaborar listas con los profesores universitarios que dan las clases en español y la persecución por parte de varias entidades subvencionadas a los niños que hablen en castellano en el patio, porque se supone que en el aula ya usan el catalán obligatorio.

O que se esté intensificando la campaña de los separatistas más radicales para señalar a camareros, dependientes y comerciantes que atienden en español en los establecimientos catalanes. Buscan amedrentar para seguir dando a entender que Cataluña es solo suya y que solo los que acepten las normas del secesionismo son dignos de vivir en esta tierra. El resto, maletas y que se vayan a «España», como dicen ellos.

Hasta el 1 de octubre el referéndum fue el catalizador de la primera ola del proceso secesionista: la consulta ciudadana que debería llevar al separatismo a su sueño de conseguir una República catalana. Tras el fracaso, la segunda ola se basó en pedir la libertad de los «presos políticos» y «exiliados». Tras los indultos de Pedro Sánchez a los golpistas, esta causa quedó bastante desactivada por mucho que Puigdemont siga en Waterloo y haya sido detenido en Cerdeña.

De ahí que el puente de mando de la propaganda separatista haya escogido, para que no se les escape los votantes que aún controlan, la imposición del catalán en todos los ámbitos sociales. Se inventan que el catalán «está en peligro» porque el «Estado español» quiere acabar con «la lengua propia de Cataluña» y usan estas mentiras como argumento para imponer el monolingüismo en esta comunidad autónoma pisoteando los derechos lingüísticos de millones de catalanes castellanoparlantes.

Mientras los partidos y entidades separatistas mantienen entretenidos a sus parroquianos con «el catalán en peligro» pueden seguir saqueando las arcas públicas, gobernar solo para una minoría y seguir enchufando a legiones de sus partidarios. El nacionalismo siempre ha usado el catalán como arma política, pero al intensificar la ofensiva van a conseguir que se convierta en una lengua desagradable para millones de catalanes que hasta el momento no tenían ningún problema con este bello idioma español. Es lo que tiene el separatismo, que lo pudre todo.

Artículo de Sergio Fidalgo publicado en ElCatalán.es

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