Los «Manolos» separatistas

En la última Diada, tomando un café en una terraza del centro de Barcelona mientras veía desfilar las hordas de separatistas con la edad de jubilación más que superada, todos uniformados con su camiseta de la ANC y su colección de lazos amarillos y sus escapularios con la foto de Carles Puigdemont o Quim Torra, vi una estampa que me hizo sentir lástima. En una mesa de otro bar había una señora, claramente independentista, de más edad que millones nos cuestan las ‘embajadas’ de la Generalitat, gritando “Manolooooooo”, “Manolooooooooo”.

El tal “Manolo” era su marido, con pinta de ser un honrado jubilado que destina parte de su pensión a pagar su cuota de la ANC y de hincharse cada noche a poner plásticos amarillos a modo de lazo en las barandillas de su pueblo – lo de subir a los árboles ya hace años que le quedó en sueño – para protestar por los “exiliados” que la España “fascista” retiene en el extranjero. Al contestar a su señora, en un español con aires extremeños o andaluces, un “ya voyyyyyyy”, me sorprendió. “Manolo” no era un patriota con doce apellidos catalanes y un catalán digno de Josep Pla. “Manolo” era de esos ilustres calzonazos que, por no discutir con su mujer, lucía en su atuendo toda la propaganda secesionista que su cuerpo podía admitir al peso, y llevaba las ‘esteladas’ de los dos, la pancarta y todo lo que hiciera falta.

Su mujer le insistió, en un catalán con acento cerrado, de la Cataluña más puigdemontista, que espabilara, que iban a llegar tarde a la manifestación. Y “Manolo” aceleró el paso, cargado con todo el arsenal propagandístico separatista que su lumbago le permitía, para pillar un buen sitio y ser de los primeros en abuchear a la Policía Nacional a su paso por delante de la Jefatura de Vía Layetana. Si el procés sigue perdurando en el tiempo, y no se ha agotado a pesar de los evidentes fracasos de los políticos independentistas es, entre otras causas, porque hay un buen número de “Manolos” que ejercen de compañeros de viaje de los secesionistas. Personas que se han autoconvencido de que “España” les “roba”, a pesar de que no han hablado catalán en su vida, y les encanta ir de veraneo al pueblo castellano o andaluz que les vio nacer.

Son los “Manolos” que, para ser bien vistos por sus vecinos, jefes o familiares, para evitar que les señalen o que sus mujeres les reprochen su falta de compromiso “con el país”, se tragan el argumentario de que están muy agradecidos a “Cataluña” porque “les dio de comer”. Como si no se hubieran ganado cada céntimo que han cobrado como soldada dejándose la vida trabajando para algún empresario de ocho apellidos catalanes que durante el franquismo jugó a adicto al régimen, y ahora se define como “republicano de toda la vida”, “antifascista” y “luchador por la república catalana”. La desgracia es que los “Manolos” no son solo jubilados, los hay de todas las edades.

Cuando hablo de “Manolos” no me refiero a Gabriel Rufián, o a su antecesor como “charnego” oficial fichado por Esquerra Republicana, Eduardo Reyes. Estos al menos lo han hecho por dinero. No tenían donde caerse muertos, y a cambio de dejarse abducir por el separatismo en su búsqueda de votos de los castellanoparlantes han conseguido unos sueldos que jamás habrían ganado trabajando honradamente. Los “Manolos” son los que no solo no han ganado un céntimo para ser los tontos útiles del separatismo. Al contrario, se dejan un pico comprando camisetas, o aportando fondos para la caja de resistencia que sirve para pagar las fianzas de los millonarios separatistas que no quieren hipotecar su tercera residencia o su yate para afrontar sus delitos.

Los “Manolos” son los que sirven de coartada para que los líderes de ERC o Junts vendan su movimiento supremacista como “transversal” y como representante de lo que definen como “pueblo catalán”. Son los que creen que así se evitan problemas, o que incluso les darán palmaditas en la espalda y les permitirán ascender socialmente. Y se equivocan. Para los separatistas pata negra siempre serán unos “charnegos”. Independentistas, pero “charnegos”. Y solo valdrán para llevarles las esteladas y servirles los carajillos.

Artículo de Sergio Fidalgo publicado en Ok Diario

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