Por tanto, vistas las credenciales y una vez descartado el otro contendiente, creo que podemos otorgar sin género alguno de dudas a Pedro Sánchez el premio al presidente del Gobierno más débil de nuestra breve historia democrática, el primer mandatario cuya flojera política le impide cesar a un ministro de su gabinete que le está vacilando ostensible, pública y repetidamente, humillando con su actitud macarril no solo a Sánchez, cosa que no me preocupa demasiado, sino además al partido de Sánchez y sobre todo a la dignidad institucional del cargo que el señor Sánchez aún ostenta.