En mi opinión, este tipo de evento debería al menos suscitar un escrito de la correspondiente embajada. No es muy difícil argumentar por qué es grotesco señalar a España, una democracia plena, como modelo de “represión” para regímenes tan deleznables como el ruso, el iraní o el chino. La ANC, como otras entidades del entorno del secesionismo catalán, cuenta con el músculo suficiente para organizar actividades propagandísticas en ámbitos universitarios extranjeros. No es inocuo: esto contribuye a consolidar un relato falso en el marco académico. Solo hay que ver los artículos que se han publicado desde 2017 sobre el Procés: la inmensa mayoría se enmarcan en parámetros favorables al nacionalismo, o de falsa equidistancia (entre la legalidad y la ilegalidad, por ejemplo).